domingo, 30 de diciembre de 2018

Houston, tenemos un problema (De Monticello a Mexican Hat, EEUU, 12-18 Oct 2018)


Esta historia es continuación inmediata de la anterior, que puedes encontrar en: Perros de Reserva (De Monticello a Bluff, Utah)


Al volver a Monticello vamos directamente a Roam Industry, la tienda de Dustin, con la intención de arreglar el problema de Keanu lo más pronto posible y seguir andando. Quizá deba recordar que mi estadía en este país está limitada por cuestiones de visa, así que cada día de no avanzar es un día perdido. Dustin se dispone a instalar el nuevo desviador en la bici mientras Keanu está afuera tratando de resolver cuestiones de dinero por medio de su teléfono. Yo me entretengo en lo que sea tratando de no pensar en el hecho de que estoy de vuelta en el mismo lugar que dejé hace tres días, pero Dustin me saca de mi ensimismamiento cuando me habla para mostrarme algo. Al llegar a él no me dice nada, sólo me señala un punto en el cuadro de la bici cercano al centro de los pedales. Lo que veo me aterra y me daría pesadillas en las semanas por venir: un pedazo de tubo donde la pintura había sido raspada que deja expuesto el aluminio del cual está hecho la bici, y en el centro, un agujero del tamaño y forma de una hormiga grandota. Keanu, de alguna manera, había serruchado con la cadena a través del metal, haciendo que su bici se volviera un peligro sobre ruedas. Volteo hacia afuera y lo veo de espaldas sentado en la banqueta, con la cabeza baja y el gorro de la chamarra puesto. La situación me parece aún más terrible cuando me doy cuenta que soy yo quien debe darle la mala noticia.

IMG_4300

Tomo uno de los muffins que hay en la cafetería y salgo y me siento junto a él sin decir nada, me es evidente que ha estado llorando. Parto el muffin en dos y le digo un muy mal equivalente en inglés de la expresión mexicana “Las penas con pan son menos”. Keanu me cuenta cómo le está cayendo todo el peso de la realidad de su situación, lo difícil que han sido los últimos días con las cosas que le han pasado, y sobre todo, el hecho de que ya no tiene dinero. Me agradece todo lo que he hecho por él y se disculpa por ser una carga, pero que sin embargo, prefiere morir antes que devolverse a casa. Ahí es cuando le paro su pedo y le digo que lo último que necesito es un cadáver junto a mí porque no tengo tiempo para las cuestiones jurídicas correspondientes. Keanu ríe un poco mientras se talla los ojos, y entonces simplemente le digo lo que vine a decirle: “Dustin encontró un agujero en el cuadro de tu bici, no puedes seguir usándola en ese estado, es muy peligroso.” Después de un momento de silencio, ambos entramos a la tienda para ver la perforación. Dustin y Tyler están ambos en silencio, el aire se siente casi casi como de sala de hospital. Keanu se acerca a su bici y entre todos tratamos de imaginar cómo es que eso fue a suceder, qué fuerzas son necesarias para atravesar un cuadro con una cadena, y sobre todo, qué opciones hay para Keanu. Por lo pronto, Dustin nos ha ofrecido un lugar en su casa para pasar la noche mientras vemos qué hacer. También ha conseguido un trabajo para Keanu, ayudándole a su papá a levantar un cerco caído. Keanu se va y regresa unas horas después con algo de dinero en mano, y mientras él no estuvo, un amigo de Dustin y Tyler que se enteró de la situación ha ofrecido también pagarle a Keanu por ayudarle con algo en su patio. También, como si fuera cualquier cosa, menciona que tiene varias bicis en su patio y que, como parte del pago por su trabajo, Keanu puede ver si hay alguna que le sirva y tomarla. Al final del día, Keanu tiene algo de dinero y, muy, muy inesperadamente, una bici bastante decente para lo que estamos haciendo. Entre Dustin y yo ideamos un plan para equipar la nueva bici, pero le ponemos a Keanu una condición: vamos a revisar su equipaje y tiene que deshacerse de lo más que pueda, porque cargar una nueva bici con la misma cantidad de peso quizá resulte en los mismos problemas que ha tenido hasta entonces. Más tarde, Dustin y yo vamos por cosas para hacer cena y durante el camino ambos expresamos lo mucho que nos emociona el proceso de convertir a Keanu en un “verdadero” bikepacker.

IMG_4326

El día siguiente se nos va poniendo la nueva bici de Keanu a trabajar y liberándolo de todo equipaje que creemos que no necesita. Keanu no está muy contento de vernos felices de este proceso, pero acepta casi todo lo que se le aconseja. Yo no dejo de pensar en que, a pesar de la situación, es muy afortunado de tener a personas tan dispuestas a ayudarlo a seguir su camino. Al final del día logramos reducir su equipaje probablemente a la mitad del peso de lo que era antes, y lo demás se va en una caja por correo. Contentos del resultado obtenido, nos vamos a descansar para mañana, ahora sí (o eso espero) continuar con nuestro camino.

IMG_4327

Después de desayunar nos despedimos de Tyler y Dustin y rodamos por la carretera hacia Blanding, 30 km al sur, desde donde tomaremos rumbo al oeste por una terracería que debería estar transitable, llevándonos por el Parque Nacional Bears Ears y después a Natural Bridges, un lugar con formaciones geológicas que me interesa ver. Todo el trayecto no dejo de pensar y agradecer a los muchachos de Roam Industry por haber ido más allá de lo que deberían para ponernos de vuelta en el camino.

IMG_4360

En cuanto giramos hacia el oeste el camino empieza a adentrarse en las montañas, hace un clima perfecto para estar al aire libre y yo no podría estar más contento de volver a ponerme en movimiento.

IMG_4367

IMG_4372

Un letrero nos anuncia que hemos entrado a territorio de los indígenas Ute o “yutas”, a quienes este estado debe su nombre. El letrero también anuncia que está prohibido cazar y acampar, lo cual me preocupa porque el sol ya ha empezado a bajar pero un par de horas después hay otro letrero que avisa que hemos salido del territorio Ute, por lo cual asumo que ahora podremos acampar sin problema. El atardecer coincide con una señal en el mapa que indica que de ahí en adelante es pura subida, y para no acampar en mayor altitud donde haga más frío, decidimos echar nuestro tendido detrás de unos pinos no muy lejos del camino. Después de cenar burritos de frijoles a la leña y con un cielo sin una nube a la vista decido no poner la casa de campaña e irme a dormir con la cara directa al cielo, eso sí, con toda mi ropa invernal puesta. Al acostarme me doy cuenta de que la Vía Láctea está sobre mí y siendo una noche sin Luna, el espectáculo estelar hace que se me quite el sueño y paso la siguiente hora viendo las estrellas y oyendo el tronar de los últimos leños en la fogata, hasta que sin darme cuenta me quedo dormido.

Tiempo después despierto de una pesadilla. Alguien encajaba un cuchillo en mi costado izquierdo pero estaba oscuro y no podía ver nada. Al recobrar consciencia me doy cuenta que ese lugar me duele porque estoy acostado arriba de mi codo. Estoy completamente metido dentro de mi sleeping, y me asomo para tener una idea de qué hora es. Sigue oscuro. Aún con mi terrible miopía alcanzo a ver que la Vía Láctea está ahora en el horizonte. Me cambio de lado y me vuelvo a dormir.
IMG_4392

Despierto de nuevo, esta vez después de soñar que un amigo tiene dos hijos. De dos mujeres diferentes. Me parece gracioso, aunque siento lástima por los niños. De haber soñado que eran míos entonces no me parecería gracioso y lo consideraría la segunda pesadilla de la noche. Esta vez el horizonte está amarillo-naranja, y ya no tengo sueño, así que asomo la cabeza para presenciar el espectáculo del amanecer. Estiro el brazo para alcanzar mi cámara y aún dentro del sleeping tomo un par de fotos. Ya no hace tanto frío como anoche. Y ya no veo sentido en seguir dentro del sleeping así que me salgo, me pongo los tenis y echo unas ramitas secas a las brasas que quedan de la fogata de anoche. Un par de soplidos y las llamas despiertan. Keanu también despierta y sin decir nada ambos empezamos el ritual de preparar desayuno: una taza con agua va al fuego que después será usada para preparar avena con plátano, mientras comemos mandarinas. Ambos estamos de acuerdo que este es uno de los mejores lugares en los que hemos acampado, aunque ya son varias veces que he dicho lo mismo de otros lugares.

Después de desayunar y recoger el tendido, cargamos las bicis y salimos al camino. Keanu decide que va a ponerle sellador a sus llantas en vista de que ayer pasó por encima de un cactus y su llanta frontal amaneció baja. Un poco tarde para ello, pienso yo pero sin decirlo. Nunca lo ha hecho, así que aquí va otra clase de mecánica de bicis en medio de la nada, cuando deberíamos estar rodando. Aire fuera, válvula fuera, sellador adentro, válvula adentro, aire dentro. No debería de tomar más de 15 minutos. Pero Keanu encuentra la manera de romper la válvula, desperdiciando sellador y cámara nueva. Así que ahora tiene que quitar la rueda, quitar la llana, sacar la cámara, bla, bla, bla. Sus groserías se pierden entre las montañas mientras yo escribo esto para distraer la mente y no explotar. Después de un rato lo veo inflando la llanta con la nueva cámara adentro, señal de que ya deberíamos irnos pronto. Pero otra grosería sale de su boca. “¿Y ahora qué?”, le digo. Su nueva cámara tiene una fuga. “¿Checaste la llanta por dentro antes de poner la nueva cámara?”. No lo hizo. Pero un rápido análisis prueba que no fue por eso, sino que al poner la nueva cámara la pellizcó con la palanquita.

Así que guardo mi cuaderno y pluma y voy hacia él y le digo, “Sólo pon la cámara nueva y vámonos, después arreglamos esa”.
-¿Cuál otra? Ya no tengo otra.
-WHAT?! ¿Sólo trajiste una de repuesto?
-Sí.

Como diría todo maestro, Keanu fue a la guerra con sólo un cartucho (o algo así). El agujero en la cámara es grande pero creo que tiene solución, así que agarro un parche y le digo que limpie el líquido sellador de la zona del agujero; las posibilidades son bajas pero dadas las circunstancias no queda más que intentar.

IMG_4395

Mientras estamos en eso, pasa un vigilante de parque nacional. Se detiene y se baja de la troca y sonriendo nos pregunta si estamos bien y que si dónde acampamos. Le doy una respuesta un poco vaga porque no estoy seguro de que esté permitido acampar donde lo hicimos, pero él no pregunta más y tras preguntarnos a dónde vamos, nos desea buen día, se sube a su troca y se va.

Le damos al parche quince minutos para sellar, y esta vez soy yo el que pone la cámara, porque con el estado emocional en que se encuentra Keanu, no dudo que la vuelva a ponchar, aunque tampoco es que yo me encuentre en mucho mejor estado de todos modos.

Una vez que la cámara está adentro, inflo la llanta pero sólo a la mitad, porque considero que es mejor usarla así por un rato en vez de inflarla al máximo para darle chanza al parche de terminar de pegar. Le digo a Keanu que mueva todo el peso posible hacia adelante y empezamos a movernos. Han pasado más de dos horas desde que decidió echarle sellador a sus llantas.

El camino se convierte en un zigzag en ascenso. Después de pedalear un rato, aprovecho un trecho plano para esperar a Keanu, quien aparece algunas galletas después. Mi tolerancia al esperar ha rebasado su límite. Verifico que su llanta sigue igual que hace una hora y de mala gana le paso mi bomba de aire y le digo que la infle al máximo. Mientras él bombea le pregunto si tiene un plan en caso de que eso falle y si tengo algo que él necesite si acaso nos separamos. A lo primero responde que sí y a lo segundo que no. Recupero mi bomba, monto mi bici, y empiezo a pedalear; Keanu sabe a dónde voy, y puede encontrar la manera de alcanzarme si quiere.

IMG_4400

El ascenso continúa y cada curva revela sólo más subida. El esfuerzo físico me distrae de la mezcla de enojo y preocupación que me causa haber dejado atrás a mi amigo y por primera vez en mucho tiempo avanzo concentrado sólo en seguir adelante sin voltear atrás. Me muevo a 4 km/h, daría lo mismo si estuviera caminando pero me rehúso a bajarme de la bici. Me convierto en mi propio entrenador de crossfit y me grito a mí mismo todo tipo de cosas para motivarme y seguir andando. Después de una hora estoy ya entre pinos pero el camino sigue ascendiendo, y yo empiezo a sentir que necesito algo de comer pero no me quiero detener hasta que la subida termine, aunque a esta altura empiezo a dudar de que eso vaya a pasar.

En eso estoy cuando una troca se me empareja y una sonrisa familiar me saluda desde el asiento del copiloto. Keanu y su bici han sido recogidos por un señor de cabello blanco quien me observa con expresión inquisitiva pero yo digo “¡Te veo en la cima!”, tras lo cual la troca acelera y vuelvo a quedarme solo.

IMG_4398

Después de un total de hora y media de pedalear de subida aparece un pequeño valle y Keanu está sentado en el suelo. Me detengo y me tiro en el suelo a medio morir, pero empiezo a sentir frío en clara señal de que tengo el azúcar baja por el esfuerzo. Me lleno la boca de naranjas, plátanos y barritas, mientras siento que mi cuerpo y mi mente están en un estado extraño, pero agradable. Keanu me dice cosas y yo respondo vagamente sin realmente estar poniendo atención, sólo me enfoco en disfrutar el proceso químico sucediendo dentro de mi cuerpo, y la satisfacción de haber logrado esa subida. Una voz dentro de mí me pregunta “¿Y qué ganaste con esto?” pero yo me la espanto como mosquito y le digo que estoy ocupado.

IMG_4402

Después de recuperar energías es hora del descenso. Una corta sección plana primero nos lleva al par de cerros que le dan nombre a esta zona: Bears Ears, Orejas de Oso. El camino pasa por en medio de ambos, para después dar vista a un valle y al camino que nos lleva a la carretera que va al parque Natural Bridges, nuestro próximo destino. Bajando a una velocidad que a veces topa los 50 km/h la sangre se me llena de adrenalina y a ratos olvido que traigo una bici cargada de cosas que rebotan por todos lados, hasta que aparece el pavimento. Me detengo y agarro aire y mi cara se llena de sonrisa mientras pienso que la subida valió la pena, siempre valen la pena.

IMG_4404

IMG_4406

IMG_4408

Después de un corto tramo de carretera llegamos al Centro de Visitantes del Natural Bridges National Monument donde confirmamos que hay agua aunque todos los lugares para acampar están llenos, lo cual significa que tendremos que volver por donde vinimos y hacer acampada libre. No es una buena noticia. Estoy ya muy cansado y pedalear de regreso no me entusiasma para nada, pero aún tengo que aprovechar los últimos rayos de sol para ver los famosos puentes naturales por los cuales vine aquí, un circuito de 15 km. Keanu me pregunta si lo quiero hacer completo y aunque dudo, sé que si no lo hago me voy a sentir mal después, así que le digo que sí y que si quiere me puede esperar aquí. Lo piensa un segundo y dice que vendrá, así que vamos y vemos los puentes por un camino con más subidas de las que me gustaría.

IMG_4412

IMG_4414

Al salir volvemos al Centro de Visitantes para rellenar nuestra agua y luego cubrir los 7 km hasta donde vamos a acampar, que, de nuevo, es de subida. Al llegar al camino que buscamos me adentro un poco entre los árboles para buscar un espacio plano donde podamos acampar, elegimos un espacio, hacemos un fuego y mientras la cena se cocina, cada quién hace su tendido. Sabemos que hay pronóstico de ligera lluvia para esta noche, así que ambos ponemos nuestros techos, y después de cenar, nos vamos a dormir. Yo planeo leer antes de dormirme pero lo único que logro es quedarme dormido con los lentes puestos, que poco después me quito para volverme a dormir.

Despierto, creo que después de medianoche, por el ruido de cosas moviéndose. Está lloviendo, y oigo a Keanu maldecir y llorar. No suena nada ben. Me pongo mis lentes y descubro que mi casa está hecha una alberquita y algunas de mis cosas están mojadas. Pongo a salvo la cámara, celular y libro y hago un espacio para Keanu; es obvio que algo pasó con su tendido y por lo que logro escuchar, debe de estarse mojando. “¡Traite tus cosas para acá!”, le digo entre el sonido de la lluvia, pero él responde que está todo mojado y no quiere mojar mis cosas. No puedo volver a dormir por pensar en qué va a hacer hasta que eventualmente parece acomodarse y la lluvia me arrulla de nuevo.

Me vuelvo a despertar ya por la mañana y hay una luz grisácea afuera. El viento levanta un poco la pared de mi casa y con mis ojos aún miopes alcanzo a ver manchas blancas afuera. No lo creo. Me pongo los lentes y confirmo que las manchas son de nieve. Inmediatamente pienso en Keanu. Le hablo y me responde diciéndome que hay que salir pronto de ahí, que él y todas sus cosas están mojados y que tiene mucho frío. Así que empacamos lo más rápido que nos permiten nuestras manos frías, todo así mojado y enlodado, y concordamos rodar al pueblo llamado Mexican Hat y meternos en un hotel.

IMG_4419

Aún bajo una ligera lluvia avanzamos con gorros y guantes de lana puestos. El camino es un pavimentado que sube y baja todo el tiempo, y unos 40 km después llegamos a un letrero que anuncia terracería y bajada con 10% de inclinación. Bajar por Moki Dugway y la vista del valle que nos ofrece nos levanta el ánimo, además de que Mexican Hat ya está más cerca. Cubrimos los últimos 20 km por una carretera que cruza los paisajes más icónicos de Utah, nos detenemos unos minutos para observar la piedra que le da nombre al lugar, y llegamos al pueblo, que consiste en una gasolinera, un par de restaurantes, y como tres hoteles. En la gasolinera compramos una soda para levantar el azúcar y preguntamos por el hotel más barato, y nos indican uno un par de kilómetros más adelante, el San Juan Inn.

IMG_4424

IMG_4425

En la recepción nos atiende un hombre muy amable quien incluso me permite tomar prestado uno de los libros que venden ahí, “The Navajo Wars”. Nos metemos al cuarto y por fin podemos quitarnos las ropas mojadas, calentarnos, y distraer la mente con South Park.

Después de bañarme, lavar mi equipo de acampar y vaciar mis mochilas para poner todo a secar, paso el resto de la tarde y gran parte de la noche viendo varios mapas simultáneamente tratando de averiguar a dónde ir de aquí, mientras Keanu resuelve lo de sus cámaras extra: sea donde sea que vayamos, lo más probable es que la siguiente tienda de bicis esté a días de distancia así que no podemos salir de aquí sin ellas. Una vez más, Keanu se pone en contacto con Dustin en Monticello para ver si le puede enviar lo que necesita, pero por la hora ya no alcanza a mandarlo y tendrá que esperar hasta mañana.

IMG_4430

La noche transcurre y yo sigo averiguando a dónde ir, lo que queda claro es que hay que moverse al sur porque el invierno ya nos dio una primera advertencia. La ruta fácil, como siempre, sería tomar la carretera hacia el oeste que después baja a Flagstaff, pero nada de la carretera me parece atractivo, en particular el tráfico. Mi otra opción: bajar al sur y adentrarme en “la reservación”, la Nación Navajo. Mis búsquedas en internet arrojan respuestas confusas: algunas personas dicen que es peligroso, hablando de la abundancia de drogas y la ausencia de autoridad (me suena familiar), y otras personas se ofenden porque las anteriores dijeron que es peligroso (también me suena familiar). Tampoco logro encontrar reportes de alguien cruzando la zona como viajero, ni en bici ni en ningún otro vehículo, así que me veo entre decidir por lo muy conocido (la carretera) o lo muy desconocido (al menos hasta donde yo sé).

IMG_4433

A la hora de cenar bajo al restaurante del hotel donde un muchacho me pregunta sobre mi ir y venir. Le confieso mi preocupación respecto al entrar a la Reservación y me dice que él es Navajo y que no cree que vaya a pasarme algo malo si voy, pero que no espere hospitalidad porque los Navajo suelen ser muy serios y poco extrovertidos. Después de la conversación con él me siento más en confianza de seguir adelante con mi plan así que al volver al cuarto, con ayuda de mi amigo David en California termino por afinar una ruta que se adentra en la Nación Navajo hacia el sur hasta un lugar llamado Pinon, para luego girar hacia el oeste hacia Tuba city y volver a los EEUU gringos, una ruta que parece ser mayormente de terracería, parece que nos tomará unos 4 días, y parece que en Pinon hay un mercado donde podemos reabastecernos. Cerca de las 3 am me quedo dormido viendo caricaturas para distraer la mente de tanta confusión, de un día que empezó mal y acabó bien, y de la emoción de entrar a terreno desconocido.


sábado, 24 de noviembre de 2018

Perros de Reserva (De Monticello a Bluff, Utah, EEUU, 9-12 Oct 2018)



Esta historia es continuación inmediata de la anterior, que puedes leer aqui.

No dejo de ver por la ventana, deseando que Keanu aparezca y preguntándome dónde y cómo estará. Yo, ya comido y despojado de la ropa mojada, sigo sin creer que por fin estoy a salvo del exterior, después de haber empujado mi bici cuesta arriba con viento y lluvia por tres horas. Una hora después, por fin, veo aparecer al Hombre Azul: Keanu con su ropa impermeable. Mientras estaciona su bici yo salgo a recibirlo, y le doy un abrazo como si no lo hubiera visto en años. Lo casi empujo hacia adentro del restaurante y le pido a la mesera, sin preguntarle a Keanu, que prepare una hamburguesa vegetariana para él. Keanu empieza a quitarse la ropa mojada para sentir el calor del lugar, y me dice que, al igual que yo, pensó darse por vencido y simplemente quedarse en algún lugar en el camino. Pero que un carro se detuvo y una muchacha salió para decirle “¡Ya casi llegas! ¡Tu amigo Daniel te está esperando en el restaurante!”. Con esto, Keanu tomó nuevas fuerzas y pudo llegar al pueblo. Después de intercambiar las historias de cómo nos fue en la subida, decidimos que iremos al hotel al otro lado de la calle y para meternos a un cuarto, darnos un baño caliente y poner nuestras cosas a secar. La hamburguesa de Keanu llega pero él apenas la muerde una vez. Dice que está tan cansado que no siente hambre, la pide para llevar, y nos vamos al hotel.

IMG_4210

Al día siguiente vamos al mercado para comprar comida para la siguiente etapa, un trecho de 5 días sin punto de reabastecimiento, la parte más remota de la Plateau Passage Route, misma que me ha causado pesadillas dormido y despierto durante todo el verano. Estoy emocionado, nervioso, y asustado todo a la vez, pero decidido a hacerlo. En el camino al mercado encuentro un local llamado Roam Industry  que tiene bicicletas en las ventanas, y más tarde ese mismo día voy a ver si está abierto. Al entrar encuentro un lugar amplio, limpio, bien iluminado por las ventanotas de enfrente, con una cafetería a la izquierda y el resto del espacio ocupado por bicis, equipo de ski y de acampar en general. Dentro del lugar hay dos muchachos, Dustin y Tyler, con quienes platico de la ruta que tengo planeada hacer. Ellos se dedican a la renta y venta de equipo de aventuras al aire libre y además son guías. Me cuentan que esa ruta, como muchos otros caminos de tierra en Utah, se vuelve impasable con la lluvia. Y lleva días seguidos lloviendo (he sido testigo/víctima de ello). Dentro de mi sigo pensando en arriesgarme y seguir, pero después mencionan que un muchacho de Australia venía haciendo la misma ruta, se aventuró a pesar de las condiciones, y tuvo que caminar de regreso con su bici en la espalda y sumergido en lodo, y fue entonces que decidió cambiar de ruta. Y fue lo que me hizo resignarme y cambiar de ruta a mí también. El pronóstico del clima indica que seguirá lloviendo durante toda la semana y Dustin me dice que para que los caminos vuelvan a ser transitables tienen que pasar hasta cinco días sin llover. O sea que habría que estar estacionados quizá por semanas, dependiendo de cuándo deje de llover. Afortunadamente ellos conocen muy bien la zona y me ayudan a trazar una ruta alternativa, más dirigida hacia el sur y que también incluye lugares interesantes, empezando por un camino llamado Montezuma Canyon, donde el papá de Dustin tiene una propiedad que incluye una cueva en la pared de un cerro. Dustin dice que él la ha usado muchas veces para acampar y nos recomienda hacerlo, además de que en ese cañón abundan vestigios del grupo de nativos comúnmente llamado “anasazi”, aunque éste término está en desuso por significar “antiguos enemigos” en navajo y se opta más por llamarlos “ancient puebloans”, indios pueblo.

IMG_4242

La mañana siguiente, después de otra visita cafetera a Roam Industry, nos despedimos de los muchachos y tomamos nuestro camino. La terracería está mojada pero transitable, y algunas horas después llegamos al lugar indicado por Dustin. La cueva es visible desde el camino y acercamos nuestras bicis lo más que podemos, luego tomamos lo que necesitaremos para pasar la noche ahí y subimos a ella. En el interior hay un suelo de tierra fina y un pequeño bonche de leña seca. Keanu y yo pasamos el resto de la tarde juntando suficiente leña para mantener el fuego vivo toda la noche y una vez instalados, hacemos cena y después nos vamos a dormir.

IMG_4218

IMG_4228

Durante la noche vuelve a llover, para variar. En la mañana reavivamos el fuego para hacer avena de desayuno, después hacemos un nuevo bulto de leña para los siguientes habitantes de la cueva, y nos despedimos del lugar para seguir nuestro camino.

IMG_4243

IMG_4245

A lo largo del día encontramos vestigios de los indios pueblo, de los cuales se sabe muy poco, y lo poco que se sabe es gracias a lo que sobrevive de sus construcciones y lo que los demás grupos nativos cuentan de ellos. No se sabe, por ejemplo, cómo se llamaban a sí mismos; el término “pueblo” les fue asignado por los españoles, haciendo alusión a su forma de vivir: dentro de estructuras diseñadas para albergar desde familias hasta clanes enteros, hechas de ladrillo, y a veces incorporadas a las cuevas naturales de los cerros, muchas de las cuales existen aún hoy en día. Algunos de estos sitios, separados en estructura pero construidos muy cerca entre sí, podían albergar hasta a 600 personas. Dustin nos contó que en este cañón llegaron a vivir 30 mil personas.


IMG_4247

La ruta pasa por varias de estas construcciones, aunque hay muchas más dentro del cañón que se pueden ver si uno se toma el tiempo. En el camino llegamos a una Kiva, una construcción congregacional usada con fines ceremoniales, y que era parte integral de la estructura comunitaria de los indios pueblo.

IMG_4255

IMG_4252

La Kiva está disponible para que los visitantes entren, Keanu y yo aprovechamos la oportunidad y exploramos un poco el lugar, mientras nos preguntamos cómo sería la vida de estas personas.

IMG_4252

IMG_4249

Nuestro camino continúa hacia el sur siguiendo el curso de un río, y a ratos saboreamos un poco del famoso lodo de Utah, pero no al grado que nos evite pasar; de hecho este tramo es el más fácil de pedalear de los cinco o seis días que llevamos en ruta.

IMG_4256

IMG_4261

IMG_4263

Conforme vamos saliendo del cañón va reduciéndose lo verde y llegamos a un terreno más árido y arenoso. Estamos, por primera vez, dentro de la Nación Navajo, “la Reservación”. La navegación se vuelve confusa, mi ruta nos lleva directo hacia la única casa que vemos en varios kilómetros a la redonda y sale un grupo de seis perros a recibirnos con ladridos, varios de ellos de tamaño considerable. Vienen corriendo y ladrando hacia nosotros y yo estoy listo para tomar acción defensiva, pero conforme se acercan van cambiando los ladridos por olfateos y comienzan a mover sus colas, uno de ellos atreviéndose a usar mi pierna para acercar su cara a la mía lo más posible.

IMG_4270

Rodeamos la casa y cuando nos disponemos a seguir nuestro camino, una voz femenina nos dice “¡Van en la dirección incorrecta!”. Volteamos para ver quién es, y es una mujer que salió, supongo, a ver por qué los perros hacían tanto escándalo. “La carretera está para allá”, nos dice mientras señala la dirección de la cual venimos. Le explicamos la ruta que queremos hacer, y un hombre sale de la casa y se suma a la conversación. Nos confirma que sí es posible hacer lo que queremos, y nos menciona un atajo para sacarle la vuelta a un cerrito que se ve en la distancia. Para este momento algunos de los perros han vuelto a su casa, pero tres de ellos permanecen con nosotros y nos siguen por la confusa vereda, dándose el tiempo de investigar con sus narices todo lo que se topan en su andar, incluso a veces tomando el liderato.

IMG_4273

Keanu y yo intentamos correrlos para que volvieran a su casa, pero los vemos alejarse para luego volver a aparecer. Pocos kilómetros más nos encontramos un cerco circular construido de piedras y con la tarde acercándose a su fin, decidimos pasar la noche en este lugar. Los tres perros aún están con nosotros, dos de ellos parecen hermanitos y el tercero podría ser su papá. Insistimos en correrlos para que se devuelvan a su casa, y eventualmente el mayor hace caso, dando una última mirada hacia atrás antes de desaparecer en la curva como para ver si los otros dos lo seguían. Pero no lo hacen. Siguen explorando el terreno alrededor de nosotros y a pesar de no darles comida ni muestra de cariño alguna, ellos parecen disfrutar estar ahí. Varias veces intentamos correrlos, pero lo más que logramos es que se mantuvieran fuera del círculo de piedras, ahora teniendo que lidiar con el peso de sus ojos viéndonos desde el otro lado, que miraban con atención todo el circo de poner campamento.

IMG_4276

IMG_4278

Con la noche ya encima de nosotros vemos aún menos probable que los perritos decidan irse a su casa; la temperatura está bajando rápido y se ven nubes oscuras aproximándose hacia nosotros, por lo cual decidimos ablandarnos y Keanu le da un espacio bajo su lona a uno de ellos y yo a la otra, a quien he bautizado como “Parche”. Parche se hace bolita dentro de mi casa pero se nota intranquila, se asoma mucho a ver la lona de Keanu y prefiere mejor ir hacia allá y buscar una forma de entrar y reunirse con su hermanito. Al no hallar entrada, decide crear su propia entrada y brinca sobre la lona cayendo encima de ambos, casi destruyendo el tendido que a Keanu le costó tanto levantar. Keanu abre la lona y por fin Parche logra estar con su hermano otra vez. Durante varios minutos oigo movimiento y a Keanu renegar, al parecer los perritos no logran encontrar una posición cómoda, hasta que se hace silencio y el campamento se pone finalmente a dormir.

IMG_4280

Durante la noche de nuevo vuelve a caer una ligera lluvia, confirmando el pronóstico y extendiendo el periodo de lodo en la ruta a la cual mi subconsciente se aferra. Los perritos se activan temprano, continuando su tarea de olfatear cada centímetro cuadrado de este lugar. Nos preparamos un desayuno mientras ellos se van a molestar a unas vacas y desaparecen por un rato, haciéndonos creer que han decidido volver a casa. Cuando llega mi hora de ir al baño voy detrás de un arbusto y mientras estoy en mi momento de meditación, volteo a mi izquierda y unos ojos me observan: Parche me ha encontrado y me mira inquisitivamente. “¡Sáquese de aquí!”, le digo; la veo desaparecer de nuevo entre los arbustos y para cuando vuelvo al campamento ya están los dos otra vez de regreso. Keanu y yo tomamos nuestras bicis y empezamos a caminar y ellos detrás de nosotros. Ambos estamos de acuerdo en que ya no los podemos dejar seguirnos, o se alejarán más de casa. Desde aquí sólo deben seguir la vereda de regreso y como orinaron todo el camino seguro no les costará mucho volver sobre sus pasos. Keanu y yo les gritamos y les tiramos tierra y dos o tres veces intentan seguir nuestro camino pero luego entienden el mensaje y se van.

A partir de aquí la navegación se vuelve un poco complicada y rompo el récord de más veces que me he perdido en un día, teniendo que consultar el GPS cada cinco minutos y confundido por veredas que desaparecen convirtiéndose en arena y arbustos, por donde nadie parece haber traficado en un buen tiempo. No entiendo cómo puede ser que estoy sobre la línea de la ruta, me descuido un minuto creyendo que voy bien, y vuelvo a checar para darme cuenta que estoy desviado medio kilómetro y regresar a la ruta me toma diez minutos.

IMG_4282

IMG_4284

En la distancia las nubes empiezan a oscurecerse y vemos lluvia a nuestro alrededor, sin que todavía nos toque a nosotros. Nuestro plan para hoy es llegar a Bluff, aunque de ahí no estoy seguro de hacia dónde seguir.

IMG_4285

IMG_4288

Al llegar a la cima de una subida me detengo para ver el paisaje y tomar una foto. Detrás de mí oigo el sonido una cadena saliéndose de su lugar, seguido por Keanu maldiciendo. Nada nuevo, su cadena se ha estado saliendo a cada rato prácticamente desde que empezamos. Pero esta vez sus groserías se extienden por más tiempo de lo normal, dándome indicios de que pasó algo más que una cadena fuera de su lugar. Voy hacia él y veo lo que hace unos días le dije que podía pasar: el desviador se metió entre los rayos y se torció, dejando a Keanu con tres cambios apenas útiles. Si antes las subidas le daban problemas, ahora va a tener que subirlas todas caminando. Bluff está todavía a 40 km y no estoy seguro de que haya una tienda de bicis ahí. La mejor opción para Keanu es salir de este camino de terracería, llegar a la carretera, y tomar un raite hacia el pueblo; la mejor opción para mí es no enojarme, aunque con la cantidad de veces que he tenido que dejar de avanzar por estar esperándolo o resolviendo cosas como esta tiene mi paciencia mucho más allá de sus límites.

Afortunadamente la carretera está a unos 5 km así que no toma mucho tiempo para que estemos en pavimento de nuevo. Keanu se posiciona para empezar a pedir aventón y quedamos de acuerdo de vernos en Bluff, aunque con mi horrible estado de ánimo lo único que quiero es volver a ponerme en movimiento y no afinamos detalles más allá de eso. Mi enojo y yo nos alejamos lo más rápido posible, acallando mis pensamientos malos con el esfuerzo del pedalear.

IMG_4292

Faltando 20 kilómetros para Bluff las nubes por fin deciden darle fin a la tregua y vaciarse sobre mí. Avanzo sobre la carretera y me concentro solamente en el siguiente kilómetro, para reducir el efecto de pensar que estaré, de nuevo, pedaleando bajo la lluvia por la siguiente hora y media. Unos 40 minutos después una troca azul me pasa y se detiene unos metros frente a mí, con las intermitentes prendidas. De la parte de atrás de la troca se asoma un manubrio de bici, y después Keanu sale de la puerta del pasajero. Los alcanzo y entre los dos subimos mi bici a la troca y luego nos amontonamos en la cabina junto con el hombre que ha salvado a Keanu de estar encallado y a mí de seguir pedaleando en la lluvia y cuyo nombre no logro recordar pero es algo con D. Durante el trayecto nuestro salvador nos cuenta que es navajo y que va a Bluff a trabajar, pero que no vive ahí. Nos cuenta que muchos hacen lo mismo que él, viven en las casas que están alejadas de los pueblos pero van a los pueblos a trabajar. Poco antes de llegar a Bluff, nos señala unas montañas y nos dice que toda esa zona es donde los navajos se escondían del ejército gringo, durante el estado de guerra absoluta que el gobierno de los EEUU le declaró a los nativos en la segunda mitad de los 1800’s.

IMG_4298

Llegando a Bluff le damos las gracias a D y entramos a la tienda de la gasolinera para resolver nuestra situación. En el mapa encuentro un camping y nos registramos ahí. Keanu se pone en contacto con los muchachos de Roam Industry, quienes ofrecen venir por nosotros, llevarnos de vuelta a Monticello en su carro, y arreglar la bicicleta. Pasamos la noche en Bluff (sí, volvió a llover) y la mañana siguiente aparece Dustin. Cargamos las bicicletas en su carro y en menos de una hora volvemos al lugar del cual salimos hace tres días, con el plan de ponerle un desviador nuevo a la bici de Keanu y dejarla al cien para la ruta siguiente. En el camino de regreso le contamos a Dustin nuestra aventura en Montezuma Canyon y lo genial que fue dormir en una cueva, todo entre risas y agradecimiento por estar haciéndonos este favor gigante. Ilusos nosotros, unas horas después descubriríamos que la situación no se iba a arreglar con un desviador nuevo; nop, Keanu iba a ser puesto en una situación que probaría su determinación para continuar con este viaje, y a mí, en la decisión de, una vez más, esperarlo, o de finalmente largarme por mi cuenta.

IMG_4299

martes, 6 de noviembre de 2018

Lloviendo sobre mojado en Utah, EEUU (Moab a Monticello, 4-7 Oct 2018)


Después de cuatro meses trabajando en Idaho, EEUU, llegó por fin el final de septiembre. Mis amigos Mecca, Alexis y Irie nos ofrecieron un raite a Moab, Utah, donde tengo planeado empezar mi ruta. Y digo “nos” no porque esté incluyendo a mi bici como acostumbro, sino porque mi nuevo hermano Keanu, a quien conocí en Idaho, ha cometido el error de apuntarse a esta aventura. Al principio no le creí cuando me lo dijo, hasta que lo vi con bici nueva y un paquete que incluía mochilas para la bicicleta. Así que el 3 de octubre montamos nuestras bicis al RV de nuestros amigos y por dos días tuve la experiencia de vivir en una casa rodante: cuatro adultos, una bebé, un perro y un gato dentro de un espacio no mucho más grande que una camioneta.

IMG_4065

Una vez en Moab nos despedimos de nuestros amigos y pronto estamos Keanu, yo y nuestras bicis siguiendo una línea morada en la pantalla de mi celular, que en el sitio de bikepacking.com llaman “Plateau Passage Route”, una ruta principalmente de terracería que cruza el sur de Utah de lado a lado. Llevo todo el verano soñando con ella, particularmente con ese tramo de cinco o seis días donde no hay nada.

IMG_4069

En cuanto salimos de Moab nos adentramos en un cañón, pedaleando junto a un río y mis ojos no dejan de moverse de un punto a otro, tratando de asimilar todas las formaciones de rocas frente a mí.

IMG_4073

IMG_4077

IMG_4087

Compartimos el camino con vehículos todo terreno, buggies, motos, jeeps; yo sólo quiero pedalear más para alejarme del ruido, pero es ya tarde y además Keanu tiene una llanta ponchada, así que buscamos un lugar dónde acampar.

IMG_4092

IMG_4095

El día siguiente descubrimos que aunque parchamos la llanta de Keanu, todavía sigue ponchada. Después de casi dos horas por fin nos ponemos en movimiento otra vez, y enfrentamos nuestro primer subidón del día, un ascenso en zigzag que a ratos es tan inclinado que parece que la bici va a relinchar.

IMG_4105

IMG_4107

Me resulta increíble estar pedaleando por un lugar que lleva millones de años en formación por efecto del agua y del aire. Las rocas juegan peligrosos retos de equilibrio y me da miedo pasar cerca de ellas, pero si han estado en esa posición por tanto tiempo, ¿por qué habrían de cambiar hoy?

IMG_4112

IMG_4113

La ruta nos va sacando poco a poco del cañón, esto lo puedo adivinar por la constante subida de nuestro camino, y que a veces me hace pensar en por qué rayos a alguien se le ocurrió meter una bici por aquí. Este segundo día de ruta pasamos la misma cantidad de tiempo empujando las bicis que montándolas. Me duelen los brazos que jamás uso para nada de tanto empujar/cargar, pero si pudiera, lo haría de nuevo. Los paisajes que me rodean hacen que todo el esfuerzo valga la pena.

IMG_4115

IMG_4117

IMG_4118

IMG_4121

IMG_4126

IMG_4131

IMG_4135

Llega la segunda noche, acampamos a unos metros del camino entre unas piedras, buscando un punto alto porque las nubes amenazan con llover.

IMG_4154

IMG_4159

Despertamos bajo un cielo completamente cerrado, las nubes se extienden más allá del horizonte y no pasa mucho tiempo para que empiece una ligera lluvia que viene y se va continuamente. Keanu tiene batallando con sus cambios desde que empezamos el viaje, y más tarde, en una corta pero muy inclinada subida, lo oigo maldecir detrás de mí. Al devolverme confirmo que pasó lo que supuse que pasaría: la cadena de la bici de Keanu se rompió. En plena lluvia.

Por dentro estoy gritando, ya son demasiados retrasos, pero por fuera me mantengo tranquilo, de nada servirá que me enoje. Le digo a Keanu que yo puedo arreglarlo, que saque una de sus carpas y la extienda para meternos debajo de ella para al menos no mojarnos más. Diez minutos después la cadena está pegada de nuevo y Keanu puede pedalear otra vez, pero le advierto que va a tener que cambiar la cadena lo más pronto que pueda

IMG_4174

IMG_4176

Conforme pasa el día la lluvia se vuelve más intensa y por más impermeables que nos ponemos, el constante caer de la lluvia termina por empaparnos por completo. No hay nada que se pueda hacer más que seguir andando, el pronóstico había anunciado lluvia por los tres días siguientes. A pesar de lo miserable de pedalear bajo la lluvia, apreciar el desierto invadido por pequeños arroyos que surgen de todos lados es una visión interesante.

IMG_4181

IMG_4189

Antes de acabarse el día, el Sol sale a despedirse asomándose un poquito, creando un arcoíris. Por primera vez en mi vida veo los dos extremos de uno, y aunque intento captarlo en una foto, mi lente no es lo suficientemente amplio para ello. Pedaleo sin dejar de verlo, grabando este momento en mi memoria para siempre. Después de un día de conflicto interno y mucho esfuerzo físico, me siento tranquilo, seguro de que todo ha valido la pena, y lo único que me importa es que estoy ahí.

IMG_4192
Para contrastar con la visión del arcoíris, el día termina con nosotros acampando en un lugar lleno de popó de vacas porque no logro encontrar el camping que viene en el mapa. Estoy demasiado cansado, mojado y frío como para seguir buscando así que pateo las buñigas para hacer un espacio para mi casa de acampar. Aprovechando que la lluvia paró, Keanu y yo hacemos cena y ponemos nuestro tendido. Justo cuando terminamos de cenar, la lluvia regresa lentamente así que decidimos irnos a nuestros respectivos refugios.

IMG_4201

La mañana nos saluda con más lluvia. Empacamos nuestras cosas así, empapadas, con la idea de ponerlas a secar más tarde, si es que sale el sol. Retomamos el camino con la intención de llegar a Monticello, meternos a un hotel, y lavar y secar nuestras cosas y a nosotros. Decido evadir el tramo de terracería porque muy seguramente está convertido en lodo impasable y tomamos el camino pavimentado, que después de unas horas, nos conecta con la interestatal, una carretera ruidosa pero donde es posible avanzar. Veo un letrero que dice que hasta Monticello son 22 kilómetros y me alegro, pronto estaremos secos y calientitos. Pero en cuanto tomamos la carretera sentimos un aire de frente muy fuerte, y la carretera empieza a subir. Al principio es posible avanzar pedaleando, aunque lento, pero whatever, lo que sea es mejor que caminar. Pierdo de vista a Keanu detrás de mí pero mantengo mi ritmo, confiando en que es imposible que se pierda, sólo hay que seguir la carretera.

Pero conforme voy avanzando y la subida no se acaba, el viento se vuelve más fuerte, y después ese viento decide invitar a su compa la lluvia. La lluvia llega diciendo que ya nos conocemos, y como no tengo ganas de revivir esas horas de mi vida, sólo diré que básicamente empujé la bici de subida, con un viento ridículo de frente, bajo la lluvia, y con la temperatura bajando conforme más ganaba altitud. Tres horas después aparece a mi lado una montaña son sus picos cubiertos de nieve; estoy muy cansado y mi cuerpo empieza a temblar. Me detengo cerca de lo que parece un granero, considerando darme por vencido y dejar Monticello para otro día. Pero una parte de mí se rehúsa a dormir mojado y frío otra noche, así que checo el mapa. Me faltan seis kilómetros para el pueblo. No puedo rendirme a seis kilómetros. Me pongo la otra chamarra, el gorro y los guantes de lana, y me meto a la boca unas galletas. Mientras más tiempo paso sin moverme más frío me siento así que me apuro a comérmelas y ponerme en marcha otra vez. Poco más de una hora después aparece el anuncio de una gasolinera y el terreno se aplana un poco. Por fin me subo a la bici después de horas de traerla de adorno, y avanzo, buscando cualquier lugar que ofrezca comida y protección del exterior. Ya en el pueblo veo el anuncio de un restaurante, me dirijo hacia el lugar, estaciono mi bici para que le sea visible a Keanu, y entro. El interior del lugar contrasta completamente con lo que acabo de dejar atrás, y entre gente tranquila, sonriente y de cachetes rosaditos, siento que yo no podría desentonar más.

Doy una mirada rápida al menú y pido una ensalada, una orden de alitas, y una hamburguesa. Tomo asiento y mientras me quito parte de la ropa mojada estoy hablando en voz alta conmigo mismo aunque ahora que escribo esto no estoy seguro qué estaba diciendo. No quito la mirada de la ventana, para ver si Keanu pasa. De pronto una voz femenina me llega desde atrás y aunque no entiendo qué dijo, me doy cuenta de que no hay nadie más en el lugar así que debe estarme hablando a mí. Me volteo y le digo “Sorry?”, ella sonríe y me repite, “¿De dónde vienes? Vi que llegaste en bicicleta”. Su repentina pregunta y presencia frente a mí me saca de mi ensimismamiento, vuelvo a voltear a la ventana, luego al suelo, tratando de elaborar una respuesta a una pregunta que al parecer no puedo responderme ni a mí mismo. La mesera me trae la cerveza que pedí, le doy un trago, y por fin respondo “Lo siento, ha pasado mucho y no sé por dónde empezar”. La muchacha se ríe y me dice “Entonces quizá debiste haber pedido una bebida caliente”. Su comentario me hace reír y con ello mi mente termina de volver de donde sea que andaba, y le doy un resumen de mis últimos días mientras devoro la comida que me trajeron. Después cuando está por irse le digo, “Mi amigo debe estar en algún lado de la carretera. Si ves a un tipo en traje azul empujando una bici cuesta arriba, ¿podrías echarle porras y decirle dónde estoy?” Ella repite el nombre de Keanu en voz alta como para grabárselo, me desea buen viaje, y luego sale del restaurante. Mis platos están vacíos.