miércoles, 16 de agosto de 2017

Historias cortas del camino ep. II: REPARTIDOR




Ayer, llegar a Tequila fue divertido. Hoy, salir de aquí no lo será tanto.

Para llegar a Tequila hay que salirse de la carretera en una mini caseta de cobro y tomar una desviación, que consiste en 5 km de bajada bastante inclinada que serpentea hasta la entrada del pueblo. Volando cuesta abajo a 50 por hora, no pude evitar pensar en aquel proverbio chino e infalible que indica que todo lo que baja, tiene que subir. Pero ese pensamiento quedó pospuesto para mañana (o sea, hoy), opacado por la euforia del descenso y de saber que vería a la primera persona conocida desde que salí de casa hace un mes.

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Hoy, la cruda realidad de los espíritus ingeridos anoche, una salida tarde y el sol ya alto no harían la subida ni tantito más fácil. A los 50 por hora de ayer hoy les falta un cero, pero me motiva la poca distancia que me separa de Guadalajara, mi destino del día. Pedaleo cuesta arriba mientras me distraigo en una canción, y clavo la mirada en el suelo frente a mí, hipnotizado por el lento andar de mi rueda frontal.

2-2

Levanto la mirada para ver si de casualidad se ve el final de la cuesta, aunque mi velocímetro claramente me diga que falta la mitad. Y entonces aparece del lado opuesto de la carretera, un hombre joven, de playera roja que le queda grande, avanzando sentado sobre una moto pero dándole push con los pies. Claramente algo está mal con su vehículo. Levanta la mano con dirección hacia mí y le devuelvo el saludo. Pero no es sólo un saludo. Quiere decirme algo.

4-2

Honestamente no tengo ganas de detenerme porque no quiero volver a empezar a andar de cero en inclinado, pero cuando veo que de la caja de su moto saca un plato envuelto, pensé, bueno, por comida sí me detengo. El (ahora) buen hombre cruza la calle con el paquete en las manos, y mi estómago recién desayunado dice que aún tiene espacio. Que siempre tiene espacio.

-          ¡Hola! ¿Vienes de lejos vedá?
-          Sí, de Hermosillo. Salí hace…
-          ¿Vas a pasar ahorita por la caseta?
-          Eeeeeeh…sí, para allá vo…
-          ¿Le puedes entregar esto al de la caseta? Dile que es pal punto.
-          …Claro, sí.
-          Me quedé sin gasolina en la mera subida y ya no alcancé a llegar, ¿tá buena la subida no?
-          Sí no mames, está pesada. ¿Para quién dices que es la comida? ¿Pal Pelón?
-          Pal punto.
-         
-          [Ríe] ¡El puntero! El halcón.
-         
-          ¡El morro que está allá en el cerro con los miralejos y el radio! Tú dile ahí en la caseta y ya saben qué pedo. ¡Gracias!
-          ¡Sobres!

Y ahora estoy solo de nuevo, pero con un paquete de arroz, carne con chile, tortillas, y una soda. Dije que por comida sí me detenía. Sólo que no sabía que la comida no era para mí. Es para...bueno…”el puntero”. Comienzo a pedalear digiriendo aún la situación, y llego a la mini caseta, operada por una muchacha que cobra y un policía. Me cruza la mente quedarme con el paquete. De todos modos, va destinado para alguien que coopera directamente con uno de los problemas más grandes del país. Y ese alguien muy seguramente me puede ver desde su ubicación ya no tan secreta. Pero si en la caseta saben para quién es, significa que ellos son parte de ello, al igual que el repartidor, al igual que yo en este momento llevando este encargo, al igual que muchos de nosotros, sino todos, en mayor o menor medida. Entonces pienso en el repartidor…el repartidor podría meterse en problemas si esto no llega a su destinatario. Y un puntero hambriento es un puntero enojado.

El Puntero by Mel Escárcega
Retrato de un puntero promedio, según la visión de Mel Escárcega

Saludo al policía y le entrego el paquete, le explico que me encontré al repartidor en el camino pero que se quedó sin gasolina en la subida. Me pregunta para quién es. Yo me hago pendejo (me sale muy natural) y le digo que sólo me dijeron que lo entregara aquí. “Aaaaah, ya sé entonces”, me dice, y procede casualmente a decirme que qué buen día es hoy para andar en bicicleta. Yo me despido, y me alejo deseando que la comida llegue a quien tiene que llegar, para que nadie quede mal con nadie. 

(El episodio I, "ELLA", puede ser leído aquí.)

5-2

1 comentario:

  1. Y si la carne con chile,no llegó al puntero? A lo mejor te está buscando para acabar contigo :c.
    Pd. Ya no me entristece.

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